Erase una vez un corredor llamado Adrián. Estaba buscando patrocinadores para la carrera, pero en el pueblo no quería nadie ser el patrocinador. Pero ha las afueras del pueblo había 3 casas: una de plata que era la del cerdito pequeño, otra de oro que era la del cerdito mediano y otra de diamante que era la del cerdito mayor. Primero fue a la de plata y le dijo que no. Después fue a la de oro y estuvo a punto de convencerlo pero no lo convenció. Al final fue a la del cerdito grande y lo convenció. Llego el día de la carrera, Adrián la ganó y se compraron una casa de diamante mucho más grande que la que tenía antes.
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